Desde el piso 58 de un rascacielos de Manhattan, el presidente Donald Trump vio el martes cómo cambiaba el viento para su legado y su futuro político se tornaba más incierto.
De regreso en su ciudad natal para la Asamblea General de Naciones Unidas, el mandatario tomaba un "receso ejecutivo" en su ático de la Trump Tower cuando la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, anunció el inicio de un proceso formal de juicio político en su contra. La medida de Pelosi incrementa las posibilidades de que Trump se convierta en el tercer presidente del país en ir a juicio político.
Fue un proceso que duró más de dos años y medio, y uno que lleva al mandatario por una nueva senda de su característico martirio político.
La impugnación, resultado de una presidencia de Trump que tiende a saltarse las normas y de la persistente frustración de los demócratas con el resultado de las elecciones de 2016, fue bien recibida por los asesores del mandatario, que creen que podría tener resultados contraproducentes para los demócratas.
El mismo Trump dijo que la medida podría impulsar sus posibilidades electorales, pero en su momento reaccionó con una serie de tuits en los que expresó su malestar y acusó a los demócratas de participar en una "caza de brujas" y "acoso presidencial".
AP